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Durante el pasado fin de semana de octubre, del 19 al 21, un grupo de treinta entusiastas de la gastronomía se dieron cita en la hermosa ciudad de Bilbao. Unidos por su aprecio compartido por la comida y la cultura vasca, estos días se convirtieron en una experiencia que abarcó no solo los sabores exquisitos de la región sino también su rica herencia cultural.
El viaje comenzó con una cena en el restaurante Los Fueros, el establecimiento más antiguo de Bilbao. El chef Paul Ibarra y su equipo nos deleitaron con los platos más emblemáticos de la zona, desde la ensaladilla rusa con mayonesa de huevo frito hasta los buñuelos de bacalao, pasando por las famosas gambas a la plancha y la merluza con chipirón en su tinta. Esta cena no solo fue una introducción a la deliciosa cocina vasca, sino también un momento para estrechar lazos y romper el hielo entre los participantes.
El día siguiente se inició con una visita al Museo Guggenheim, un icono arquitectónico que esconde en su interior un tesoro de arte moderno. Aquí, los asistentes tuvieron la oportunidad de explorar las exposiciones permanentes y admirar la muestra de esculturas de Picasso.
Sin embargo, el punto culminante de la travesía fue, sin duda, la visita al idílico Valle de Atxondo para almorzar en el Asador Etxebarri. Ahí nos recibió Moha, con su gran sonrisa. Bajo la dirección del carismático chef Bittor Arginzoniz, el restaurante se convirtió en un escenario de auténtico arte culinario. Un espectáculo de trece pases, todos cocinados a la brasa. Entre los platos más destacados por los comensales se encontraban las gambas rojas de Palamós, el erizo de mar, las kokochas de merluza rebozada y, por supuesto, la inigualable Txuleta.
No se podía abandonar Bizkaia sin explorar sus bodegas de Txakoli, el vino característico de la región. El grupo visitó la bodega Itsasmendi, donde Garikoitz Rios les introdujo los matices y el encanto de esta bebida. Mientras paseaban por los viñedos con copa en mano bajo el radiante sol, y disfrutaron de pequeños bocados de productores locales.
El viaje llegó a su fin con una comida en el Asador Indusi, un establecimiento de renombre en Bilbao que nunca decepciona. En la mesa se encontraron gildas, croquetas, revuelto de hongos, mollejas y, por supuesto, la txuleta. Buen final para despedirnos de Bizkaia.
Estos tres días fueron mucho más que una simple escapada. Fueron días llenos de compañerismo, gastronomía y de placer disfrutando de lo mejor de la cultura vasca.
Por Equipo Macarfi