Ir al contenido principal

Entrevista a Andrés Soldevila – Hotel Villa Soro

Andrés Soldevila: “Los minibares de los hoteles son una sorpresa; me divierte abrirlos y ver lo que me encuentro”

 

Procede de una importante familia de hoteleros con más de un siglo de trayectoria y actualmente está al frente de la propiedad de tres hoteles, uno de ellos el hotel boutique Villa Soro en San Sebastián. Conversamos sobre hostelería y nuevos proyectos, pero, sobre todo, de gastronomía. 

 

La hospitalidad viene de herencia…
Lo tenemos integrado en nuestra forma de ser. Mi bisabuelo ya era propietario del Hotel Majestic en 1918 y mi padre lo convirtió en parte de un gran grupo hotelero con nuevas incorporaciones. Además, mi madre, interiorista de profesión, se ha involucrado siempre de lleno en todos los proyectos, aportando su visión y cuidando hasta el más mínimo detalle. Con todo este bagaje, mis padres, mis hermanos y yo decidimos construir un pequeño proyecto familiar PRELUDE COLLECTION. Nacimos con un hotel en Palma, después incorporamos otro en Santanyí, también en Mallorca, y el último en llegar ha sido Villa Soro en San Sebastián hace cuatro años.

¿Qué hace especial a Villa Soro?

Inicialmente el nombre era Eguzki Soro, que en euskera significa “Prado soleado”, porque es un espacio con mucho sol y una gran orientación. Una casa familiar de finales del siglo XIX de estilo neo Tudor, que perteneció a una conocida familia de San Sebastián. Seguimos con el legado. 

¿Cuáles son sus señas de identidad?
Es un hotel boutique, familiar, con un servicio excelente, un bonito jardín y ese porte tan típico de San Sebastián.  Villa Soro va a su ritmo porque tiene una privacidad que lo hace especial. Estás, por un lado, muy cerca del centro de San Sebastián, pero a la vez en unos jardines, diseñados por Pierre Ducasse, donde escuchas pajaritos y desconectas absolutamente de todo. 

¿Cuál es tu rincón favorito del hotel?
Sin duda, es la escalera de madera de la villa principal. Es preciosa. Parte de la planta baja, donde tenemos a un lado el salón principal con la chimenea y al otro lado el bar coctelería, dos lugares con un simbolismo y un encanto especial, ideales para relajarse y disfrutar. Y si subes por la escalera, llegas a la antigua capilla con una vidriera espectacular y a la planta de habitaciones más noble de la casa. 

¿Cómo percibes el futuro del lujo en el sector hotelero?
Los clientes del sector del lujo buscan una experiencia auténtica, volver a la raíces de las cosas, bajar el ritmo y disfrutar de esos pequeños instantes que encontramos cuando salimos de la rutina y nos vamos de viaje. El lujo ahora mismo es tener tiempo, espacio y silencio. Y los hoteleros tenemos que aprender a generar esos espacios. 

Si tuvieras que elegir a una celebridad para quedarse en el hotel, sería…
Barak Obama, porque hablar ahora, con la que está cayendo, de política con él sería una experiencia absoluta. Su punto de vista del mundo es muy enriquecedor. 

¿Qué lugar ocupa la gastronomía en la propuesta del hotel?
El País Vasco tiene la cultura gastronómica más rica del mundo y con una oferta interminable. Por eso decidimos dar todo el protagonismo a lo que ya hay y lo que está por venir. Lo que hacemos es coger el rol de casa y traerlo a nuestro territorio. Eso se traduce en una oferta sana, bien elaborada, con grandes ingredientes como una crema de verdura excelente o una tortilla de espárragos de primer nivel. 

¿Con qué chef te gustaría sentarte a la mesa
Con René Redzepi, de Noma. Su forma de trabajar me parece perfecta y es una eminencia en su forma de ejecutar y presentar los platos. 

¿Cuál es tu próximo restaurante?
En breve me iré con unos amigos a Los 33, de Nacho Ventosa y Sara Aznar. Me hace mucha ilusión. 

Si pudieras tener a un chef famoso haciendo un stage de un mes en vuestras cocinas, ¿a quién llamarías?
A Rafa Zafra, sin duda. Me gusta mucho como cocina, su discurso gastronómico.  

¿Qué es lo que siempre pides en el desayuno buffet de otros hoteles?
Creo que lo más interesante es encontrar productos locales, una oferta de la zona. Por ejemplo, ensaimada y sobrada en Mallorca o churros y porras en Madrid. Guiños locales que lo hacen más divertido, más auténtico. 

Si pudieras montar una cena secreta en un rincón de tu hotel, ¿en cuál sería?
Haría una noche de verano en la terraza de la habitación 12. 

Un pecado gastronómico que no has confesado nunca…
Una vez al mes me pido una hamburguesa de Vicio en Glovo y es como mi gran momento gore. 

Si pudieras recuperar un plato de la infancia e integrarlo en la carta del restaurante del hotel, ¿cuál sería?
Hay un plato que me recuerda a mi juventud, que preparaba con maestría Fermí Puig, es el “cabrito embarrado”. 

¿Qué banda sonora musical pondrías a la gastronomía del hotel?
Tal vez por mi relación con Francia, me quedaría con la canción Le Festin de la banda sonora de Ratatouille.  

Cuándo te alojas en otros hoteles, ¿en qué te fijas?
Abro el minibar y compruebo lo que hay dentro porque me divierte mucho. Es como mi deporte nacional. Los minibares de los hoteles son una sorpresa. Hace poco descubrí unas kombuchas estupendas en un hotel de Madrid. 

¿Qué nuevos proyectos tienes en mente?
Villa Soro ha cumplido ahora cuatro años. Nuestra base está consolidada y es el momento de pensar en ideas para el futuro. Estamos trabajando en un proyecto cerca de casa, en Cataluña, un lugar que nos inspira para tener un cuarto hotel en la colección. 

Septiembre 2025

TEXTO: DAVID RUIZ